Ruta de Barranco Hondo / La Palma

La Villa de Mazo nos brinda, a través de la colaboración de los mayores, la lectura de un territorio dependiente de sus gentes. La zona principal de la ruta discurre por Barranco Hondo, un pequeño caserío vivo en la memoria de quienes lo habitaron hasta hace poco tiempo, nuestros Sabios Guías Intérpretes.

La arquitectura popular doméstica, las ingenierías históricas y un rico patrimonio etnográfico, como los hornos de higos, secaderos de chochos y por supuesto el paisaje, se confierten en los elementos que explican una lectura dinámica del territorio insular.

La dificultad y las exigencias propias de la vida tradicional en un medio muy difícil para la supervivencia, se superaron con sentido de la comunidad y por el humor, convertido en antídoto de las carencias.

Es quizás en el aprendizaje de la superación de las dificultades donde más tengamos que aprender de estos Sabios de otros tiempos. Las memorias son reflejo del conocimiento, de las experiencias y actitudes que, con la aportación de los mayores, nos enseñan a poner en valor otras formas de encarar las pendientes del terreno y de la vida.

Hoy, en la palabra de los mayores y en el itinerario, sigue estando muy viva la forma en la que los recursos locales se convirtieron en distintas formas de modelar modods de vida, en el que el territorio y los bienens nos abren un diáligo, un lenguaje distinto, que nos permite entender para conocer y conocer para respetar.

El grabado

Existen pruebas evidentes de que el área de Barranco Hondo y el camino a la costa fue una importante área de poblamiento aborigen. Así lo atestiguan por ejemplo, los grabados aledaños a la Cueva de Lucía o al Salto de Tigalate, los enterramientos o las prácticas ganaderas ancestrales que hasta hace bien poco se venían practicando en la zona y los métodos de captación de agua.

La zona constituía un importante campo de pastoreo invernal y primaveral. Cuando los pastos escaseaban, a medida que se adentraba el verano, los antiguos pobladores prehispánicos de estos pagos desplazaban el ganado a zonas más cercanas a Cumbre Vieja, aprovechando las cuevas que ahí existen, para estar más cerca de los pastos de cumbre, a los que se podía acceder en un día. Esta costumbre ancestral se ha venido manteniendo hasta hace poco tiempo.

Los charcos de chochos

Los recorridos de mar a cumbre eran diarios en busca de alimento para el ganado en las faldas del Cabrito (1865 metros) y la bajada a la costa para pescar, recoger los materiales que llegaban por el embarcadero del Porís (cal, madera) y para curtir los chochos y el lino, en una de las mas importantes concentraciones de charcos de este tipo de la isla, aproximadamente una veintena.

Los habitantes, debido al aislamiento en el que vivían y a la falta de recursos para mantener una subsistencia digna, se ven obligados a emigrar a Cuba, Venezuela y otros. Tras la construcción de la carretera del sur, a finales del XIX, primera en la isla, se desplazan a las zonas más altas por donde pasaba esta nueva vía de comunicación. Unos pocos vecinos se van a Tigalate y la mayoría a Montes de Luna, barrio de más reciente formación en el municipio, creado fundamentalmente por la población desplazada.