Vivencias que definieron su esencia como pueblo.

Situada en el Sureste de Gran Canaria, la Villa de Agüimes fue fundada como tal por los Reyes Católicos, condición que aún mantiene hoy en día.

Su historia siempre ha estado ligada a la agricultura.

De hecho, durante los siglos XVIII y XIX fue el mayor productor de cereales de Gran Canaria, especialmente de trigo, lo que se convertiría en un aspecto determinante a nivel territorial y social.

La Actividad Agrícola

Aunque en Agüimes coexistían la agricultura de regadío y la de secano, fue esta última la que tuvo mayor relevancia en el municipio. El desarrollo de esta actividad era reflejo de antiguas diferencias sociales. Mientras que la población pudiente realizaba las tareas agrícolas con maquinaria, la más humilde lo hacía de forma manual. El uso de trilladoras, empacadoras y desgranadoras estaba al alcance solo de aquellos agricultores que podían comprarlas, o alquilarlas a cambio de dinero o de una maquila (pago en especies con parte de la cosecha).

Un ejemplo de adaptación y superación: Los Espigadores

Así se conocía a aquellas personas de muy humilde condición que recogían las espigas de trigo que se caían de los animales que las portaban después de la siega.              

De ellas, separaban a mano el grano de la paja y lo cambiaban por pan en las panaderías.

Casa de Los Camellos

La memoria de nuestros sabios guías nos remonta a un tiempo en el que aquellos camellos transportaban los productos agrícolas tras haber intervenido previamente en las actividades agrícolas (arado de las tierras), y en donde, de niños, jugaban en el interior de este edificio antes de convertirse con los años en el actual Hotel Rural.

En origen fue una cuadra para los camellos que portaban cantería de Agüimes a Ingenio para la construcción de la Parroquia de La Candelaria (1815). Además, el edificio contaba con habitaciones en las que residían ocasionalmente sus propietarios.

Tienda de Aceite y Vinagre. Homenaje al burro con algaba.

Los agricultores residentes en el Barranco de Guayadeque tenían asignados unos días concretos para ir a la Villa con sus mercancías. Las transportaban en burros, que dejaban amarrados en argollas situadas junto a las entradas de las tiendas. Mientras, intercambiaban productos agrícolas por otros artesanos. Solo vendían a cambio de dinero a las personas más pudientes. Esta situación fue cotidiana hasta mediados del s. XX.

Aquellas tienditas de aceite y vinagre  fueron los centros comerciales locales durante muchísimo tiempo. En ellas se conseguían productos de alimentación, de ferretería, de estanco o bazar, y de papelería. Desde queso y pescado salado hasta petróleo, carbón, sellos, tabaco, papel para cartas, productos de limpieza, desatascadores, cepillos, cubos, quinqués, escobas,… de todo.

Homenaje al Pan de Puño.

Agüimes cosechaba dos tipos de trigo: el trigo morisco, de espiga blanca que daba menor cantidad de grano; y el trigo harinegro, de espiga negra que daba mayor cantidad. Con este último se elaboraba el pan de Agüimes. La calidad de este pan le proporcionó fama y una gran demanda a nivel insular, lo que impulsó la aparición de numerosas panaderías en la Villa.

Al elaborar la masa del pan con los puños en un lebrillo, se le denominó “pan de puño”.

La Casa de las Heredades y Homenaje a los Enamorados.

Las Heredades de Agua eran entidades que gestionaban la comercialización del agua. En este municipio existen dos: la de Los Parrales y la de Santa María. A esta última acudían los regantes para poner en hora sus relojes acorde al reloj de la Heredad para controlar las “horas de riego”, que es como se denomina a la cantidad de agua abastecida a los cultivos. El relojero de la Heredad era quien se encargaba de controlar el abasto de agua, de avisar a la población sobre reuniones, derramas y cobros; mientras que el acequero limpiaba y mantenía las acequias en perfecto estado.

El Callejón del Reloj era buscado intencionadamente por pretendientes que deseaban un momento de intimidad en un lugar oscuro y tranquilo en el que estar en pareja. Muy a pesar de los enamorados, esto sucedía siempre en compañía de una hermana, una tía, una madre o una abuela. De ahí que el pueblo de Agüimes quisiera rememorar con cariño aquellos escarceos amorosos con esta escultura.

Homenaje al Agricultor y al Regante.

El lugar en el que se encuentra la escultura del agricultor delimita el casco antiguo de la antigua zona agrícola. Esta obra se alza como acto de respeto a un estilo de vida que sustentó con esfuerzo a muchísimas generaciones.

Junto al monumento al regante, ubicado a unos 100 metros del anterior, nos recuerdan un pasado reciente que, en justicia, merece pervivir en nuestra memoria.

Nuestros sabios guías.

Rafael Bordón, Dª Teresa Ruano, D. Rafael Estévez, Dª Paca López y Dª Amelia Hernández.